Si llevas mucho rato en el banquillo, volver de golpe a la rutina... te va a dejar fuera de juego antes de empezar. Mejor darle despacito y poco a poco, hasta que vuelvas a coger tono. Así irás pillando el ritmo y evitarás lesiones de cuerpo, mente y cora.

No te engañes: si dejas lo de, por ejemplo, entrenar para cuando te lo pida el cuerpo... no lo harás nunca. Y la contraria de: ‘voy a ir todos los días al gym’... tampoco te va a funcionar hasta diciembre. Planifica 2 ó 3 días max... y las primeras semanas déjate días libres. 

Una cosa es manifestar salir en la Men’s Health de aquí a fin de año... y otra más asequible proponerte ir 2 días al gimnasio esta semana o leer 10 hojas de un libro por la noche. Así, cada vez que cumplas, te puedes poner medallita para tu autoestima.

Básicamente acabas de aterrizar en la vida real. No vas a marcarte una maratón, ni alimentarte de brócoli y pollo hervido, ni podrás currar 12 horas seguidas por la cara. Tendrás que empezar con un par de sprints que preparen tu cuerpito serrano para el esfuerzo de volver a la rutina. Que no te dé palo calentar, que a todos nos gusta un buen preliminar.

Busca actividades que te molen y te hagan más fácil la vuelta: date a los audiolibros mientras paseas, hazte el skincare y pavonéate un rato delante del espejo, ¿y qué tal menos cardio y más zumba?

A veces volver a la rutina se siente como ir por la vida a velocidad x2,5: o te pones las pilas o sientes que no te enteras de nada. Para adaptarte sin romperte los horarios, responsabilidades e imprevistos, lo suyo es entrenar la flexibilidad mental.

¿Qué este verano te has puesto fino a cañitas y mojitos? ¿Qué tu único deporte ha sido maratón de Netflix? ¿Qué las responsabilidades no te cabían en la maleta? Non pasa res. Olvídate de machacarte para compensar los excesos o las faltas de las vacaciones. Pasado pisado y a seguir palante!

Si esperas un milagro de batidos detox, dietas keto u operaciones bikini que recorten todas las cosas ricas de la vida… acabarás matando el gusanillo con la primera guarrería que pilles. Para una vida buena y saciante, busca el equilibrio entre portarte bien y darte caprichitos. Eso sí que es un menú completo.

Último súperconsejito, pero no por ello menos importante. Encuentra un match que te acompañe y te motive a salir de la cama (o a quedarte en ella) cada mañana para partir la calle, la rutina y todo lo que se te ponga por delante.