Si lo cantaba la tetera era por algo. Los envases podrán estar aboyados, los logos mal impresos… pero el juguito mantiene SIEMPRE intacta su calidad. Sus ingredientes activos funcionan igual, sigue siendo 100% seguro, y su caducidad está garantizada. Sólo que, bueno, no ganarán ningún concurso de belleza.
Pero claro… por un lado… ¿quién es el valiente que ‘vende’ esos productos? Por el miedo al hate, porque alguien te haga una foto y te la suba a redes… por lo que sea, acabamos tirando todos esos tarados a la basura. Vamos de sostenibles y luego descartamos y generamos residuos innecesarios que se podrían haber evitado, y por no mencionar los ya incurridos en el proceso de fabricación.
En nuestro caso, cuando empezamos vendiendo cremas allá por 2021, regalábamos tarados a colegas y conocidos. Pero con los volúmenes que manejamos ahora… pues como que no damos abasto. Y en este momento si estás leyendo esto, fijo que te preguntas… pues si lo vas a tirar… ¡dámelo a mí! Al salami hemos llegado: